Opinión | AL AZAR

En Cataluña, o Illa o Puigdemont

Rajoy se quejaba con razón de que «los catalanes votan demasiado», pero olvidaba que los comicios a la Generalitat desatan la pasión suficiente para justificar que se votaran en toda España. En cambio, hoy no apasionan en la comunidad donde se celebran, donde la mitad del censo confiesa estarlas siguiendo con «poco o ningún interés» según el CIS. Culminaría así la «desafección» de Cataluña hacia Cataluña, por emplear la patología diagnosticada por José Montilla, donde la pérdida del vínculo electoral se debería a la traición de los independentistas a sus adictos. Según las encuestas, las elecciones del domingo están concebidas para que todos los partidos puedan presumir de un resultado que no les permite gobernar. Para salir del laberinto, conviene abreviar el menú. O Illa o Puigdemont, el resto son distracciones.

El País Vasco vota partidos, Cataluña vota candidatos. El 12M se celebran los primeros comicios en que se habla más de la repetición de elecciones que de la campaña en curso. Este atasco no libera de la ecuación fundamental, o Illa o Puigdemont. Por separado o Junts, porque la centrifugación que Sánchez imprime a la política española no autoriza a descartar ninguna hipótesis.

La disyuntiva entre los dos únicos aspirantes cualificados desborda a sus propuestas. Junts está tan lejos de la independencia como Esquerra, pero ha rentabilizado un plus de credibilidad y la estampa de mártir de su candidato, que nunca ha sido cabeza de cartel. Sin embargo, el propio Puigdemont ha empezado a poner excusas para el domingo por su alejamiento forzoso del foco barcelonés, como el deportista fullero que amaga con una lesión en previsión de que pierda el partido. En cuanto a Illa, es el candidato de la burguesía bienestante que se declara izquierdosa si no queda otro remedio, además de moldeable frente a cualquier pandemia. Una vez acreditado que no habrá campeón definido sino dos vencedores a medias, tal vez sería excesivo reclamar que independentistas e izquierdistas tampoco sumen por separado. El verdadero triunfo de la democracia son las elecciones sin ganador.

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